La mayoría de las veces en que un niño o adolescente piensa en provocarse algún daño físico es por descuido de sus padres, es decir, no le brindan el cariño necesario o se olvidan de prestarle la atención adecuada.
Un suicidio puede desencadenarlo porque se siente desesperado, entra en depresión, sufre de trastorno bipolar, esquizofrenia, cambio de personalidad al volverse más agresivo, ingiere bebidas alcohólicas o, en el extremo de los casos, consume drogas.
Otros factores que pueden influir son: problemas económicos de los adolescentes, baja autoestima y dejar de relacionarse con conocidos o amigos, dio a conocer el especialista en psicología del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Manuel Marroquín Javalois en el Día Mundial para la Prevención del Suicidio.
Recomendó a los padres de familia o los que están al pendiente de las personas que presenten estos síntomas, llevarlos tanto con el psicólogo y psiquiatra dependiendo la gravedad del problema.
Además no mantener en casa armas de fuego, ningún veneno o alguna otra sustancia que ponga en peligro su vida, así como informarles de su padecimiento para que acepten el tratamiento adecuado.
Para ello es necesario que los dos especialistas traten al paciente con terapia cognitiva conductual; reflexionar pensamientos tanto positivos como negativos y analizar conductas irracionales, ya que se acentúa con mayor frecuencia en hombres a diferencia de las mujeres.
Dentro de los síntomas preocupantes de baja autoestima, mencionó: que regale sus pertenencias, querer irse a otro lado, pérdida de interés en las actividades donde se divertía con anterioridad, estar solo, insomnio e ideas destructivas.
