CINTALAPA DE FIGUEROA, CHIAPAS.- Este fin de semana, la dirección del CBTis 169, personal docente, alumnado y administrativo rindieron un merecido homenaje en vida a tres catedráticos que cumplieron con sus años de servicio en este plantel educativo y también a un intendente que tras el paso de treinta años, le dijeron adiós a esta institución.
En punto de las 10 de la mañana, el director de la escuela José Estander Mondragón Reynosa con lágrimas en los ojos y con sentimientos encontrados, fue llamando uno por uno a sus compañeros jubilados para agradecerles tas décadas dejadas en las aulas y en los jardines, el ingeniero Arturo Farrera Tovilla de la especialidad de Física, el Ingeniero Noé Conde Camacho del área de Ciencias, el Arquitecto Moisés Farrera Peña del área de Matemáticas y a don Eleazar Caballero de intendencia.
“Para mí que estos cuatro compañeros se jubilen en este día representan mucho, primeramente porque el arquitecto Moisés fue mi maestro, cuando mi padre murió yo ingresé a trabajar a este plantel como intendente y don Eleazar fue mi compañero, y con los otros dos compañeros a la par estuvimos contribuyendo para este plantel.
Por lo que significa una satisfacción grande de poderlos celebrar el vida, luego agradecerles a los cuatro por todo lo que hicieron a favor del CBTis 169, y por más de tres décadas aportaron algo para la formación integral de estos jóvenes y de los que ya egresaron, por eso esta fiesta de jubilación es muy representativa para mí en lo particular” dijo Mondragón Reynosa.
Dijo que ya están designado los nuevos catedráticos que suplirán los espacios de los jubilados, toda vez que no se pueden dejar solos a los muchachos, y por esta fiesta tan bonita agradeció a los que se sumaron para brindarles un merecido reconocimiento a los compañeros jubilados.
Mencionar que las familias de cada festejado llegó para darle un toque de alegría a este evento, donde las lágrimas no se pudieron evitar, ya que la idea era que en vida pudieron ver y sentir lo que sintieron en el momento de la despedida de su lugar de trabajo que por treinta años los vio llegar cada mañana. / MARCOS RAMOS
